Capitulo #06: La Rebeca
Nuestra tasadora (infeliz) Lorna Pérez se dirige a Rauis a inspeccionar la casa de la familia Conniu y conoce a la despampanante Rebeca. ¿Vera Lorna discrepancias entre la personalidad de Rebeca y su casa? ¡Escúchalo en este episodio!
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2.00 pm de la tarde en Raius. Hacía muy buen día. Estaba feliz de que no estaría en la oficina de Tasadorix esa tarde así que alargue el almuerzo y maneje casi que paseando a Raius.
Tenía que inspeccionar una casa para hacer el reporte para una hipoteca para el banco, ya que la propiedad estaba a la venta bajo el nombre de André Conniu y quería saber cuál era su valor en el mercado.
La casa de 2 habitaciones con un pequeño estudio anexo se encontraba en una urbanización cerrada e ingresé con el código que me enviaron con las instrucciones. Rebeca, la esposa del Sr. Conniu que me estaría esperando.
Estacioné y salí a su encuentro con mis papeles, medidor laser y mi cámara fotográfica de turista gringo. Una camioneta color plata casi sacada de agencia estaba estacionada delante de la propiedad. De ella se bajó una seductora mujer morena como de 1.75 m de altura.
— Buenas tardes, yo soy Rebeca Conniu — dijo melosa y suavemente — Tú debes ser de Tasadorix., por que por favor —.
Asentí y seguí su tongoneo.
La casa tendría unos 3 años de construida y estaba pintada de colores amarillo mostaza y azul turquesa. Tenía una piscina de unos 25 m² circundada por pasamanos de vidrio y aluminio. La terraza de entrada estaba cubierta y sostenida por columnas blancas estilo corintio. Los exteriores y estacionamiento eran de adoquines. La casa tenía aire de arquitectura muy Cordiense.
Subimos las escaleras de ingreso que llevaban a la terraza cubierta donde ella me indico que abajo estaba ubicada la cisterna. Abrió las puertas e ingresamos a la sala. La casa estaba deshabitada y llena de eco especialmente dado por los tacones vertiginosos y de plataforma de color plata como la camioneta de Rebeca.
—Como verás la casa es totalmente nueva, solamente tenemos que darle una mano de pintura— decía Rebeca con el aleteo de sus parpados con largas pestañas postizas y rostro cargado de maquillaje. — Este es uno de mis espacios favoritos— índico cuando entramos a la cocina.
La cocina tenía los gabinetes superiores no alineados sino ubicados con diferentes alturas; pero una línea de ellos atravesaba el espacio como si se tratase de una viga, también con diferentes alturas. Todos eran de color blanco.
Tuve un dejavu. Será que tuvo inspiración en la Catedral de Milán?
“No sé dé donde los clientes sacan algunas de sus inspiraciones” pensé.
Tome las fotos y medidas del espacio.— Bien, procedamos a las habitaciones — dije.
Y volví a seguir el tongoneo de La Rebeca contenido con su ceñido vestido seguido nuevamente por el eco de sus altos tacones y por sus trenzas que se desplomaban a la altura de su coxis.
Clah, clah, clah, clah.
No sé por qué, pero la escena me parecía a una canción que en mi cabeza empezó a sonar “Párate y mira” de Los Pericos y mientras la seguía y hacia mis anotaciones murmure cantando y mis hombros bailando Cha Cha Cha:
Y el cha cha cha va moviendo a la morocha,
con ese ritmo se pone palpitante,
esa morocha no es para principiantes
quién más quisiera ser el mejor navegante…
lleva bien puesto su vestido escotado,
va caminando con su pelo ensortijado,
se va moviendo como un gato enjaulado,
pasa tranquilo, que va de lado a lado.
— ¿Decías algo? — pregunto Rebeca volteándose de golpe.
— No, no nada — mis hombros pausaron inmediatamente el Cha Cha Cha y mis ojos pegados a mis dibujos y anotaciones mientras escribía.
No coloque de fondo la canción porque me cazan los de Copyright.
Ya seeeee que vas a decir. ¡¡¡Que eres vieja Lorna!!! ¡Adulta contemporánea por favor!
¿Por dónde me quede?
¡Ritmo!
Aja. Seguí a la Rebeca hacia el pasillo que conducía a las habitaciones.
Las dos primeras habitaciones eran de sus hijos; la de un niño con paredes de color azul y la de la niña con paredes pintadas de color naranja. Ambas con vinilos de frases motivacionales tipo “Sigue tus sueños”, excepto que la de la pequeña tenía mariposas y bailarinas.
— Mi hija es bailarina, le encanta especialmente hip-hop-— dijo encantada.
Sonreí mientras tomé las fotos.
Luego terminamos en la habitación principal, como un amigo dice: donde ocurre la magia.
Y aquí sí que había una magia particular…
Primera vez que no sé por dónde empezar a mirar en un espacio especialmente ya vacío. Nunca advertí un espacio decorado de esa manera.
La habitación era obviamente más grande, pero tenía dos de sus paredes gris y las otras dos rojas incendio al igual que la alfombra felpuda-peluche con el mismo color. Ella abrió las persianas para que visualizase mejor y ahí me di cuenta de que la pintura de las paredes emite brillo. Me acerqué y me di cuenta de que eran escarchadas.
“¿De dónde sacar esa pintura?” me pregunte a mis adentros perpleja mientras observaba que había unos vinilos en forma de notas musicales, pero como con piedras brillantes artificiales de bisutería en la pared. Había una gigante con forma de Sol mayor como de unos 80cm de altura.
— ¡Yo misma la decore! — se apresuró Rebeca en decirme emocionada.
— Tiene personalidad — dije.A ver. ¿Qué le iba a decir? ¿Qué en realidad me dio aire de lupanar?
Mire hacia el techo y note una lámpara de lágrimas grande muy Rococó que completaba la decoración.
No sabiendo que esperar abrí la puerta del baño de la habitación.
Estaba decorado con piezas modernas, pero con una bañera con respaldo y una forma oval muy extraña y con repisa para velas. Muchos espejos y cerámicas negras brillantes y mucho bling bling.
Cerré la puerta como si hubiese visto miles de baños similares y como si nada dije: “Creo que hemos terminado en este nivel. ¿Podríamos ir al estudio por favor?”
Rebeca me indico otra salida por el lavandero con sus manos adornadas con largas uñas postizas de mucho brillante.
Clah, clah, clah. La seguí.
Abrió la puerta de un espacio que por un espinazo pensé que era un depósito.
— Todavía mi esposo está trabajando para renovarlo — comento mientras me dejaba entrar.
El estudio me dejo con los ojos desorbitados más que la principal. No por su decoración, pero en igual magnitud de expresión por sus dimensiones.
Creo que la habitación de Harry Potter bajo las escaleras en la casa de sus tíos era más digna. Era tan pequeño que el baño era casi de las mismas dimensiones y dudo que incluyéndole una cama individual deje espacio para más; la mini cocina casi que para camping estaba en una esquina y si tendrías que freír unos huevos no podrías ni hacer café simultáneamente mientras en el proceso tus piernas rozarían la esquina del colchón constantemente.
— ¿Es esta habitación de uso para la familia? — pregunté tratando de suprimir mis expresiones faciales producto de mi contrariedad a las decisiones de diseño de esa habitación en particular.
— ¡Oh no!, teníamos planeada en alquilarla por 600 dólares — dijo Rebeca relajada.
Mis ojos se iban saliendo de sus cuencas…
“¡Qué indignación!” gritaba mi alma a mis adentros. — ¡Qué especulativos son los alquileres de Cordia hoy en día! — continúo exclamando la Lorna de mis adentros.
Terminé de observar los exteriores de la casa y me despedí de Rebeca.
Al día siguiente. Incluí todos los documentos en el servidor de la oficina.
— ¿Es esta la casa de los Conniu Lorna? — pregunto mi jefe desde su escritorio mientras observaba las fotos desde su computadora. —Bastante… ¿Particular? — continuo sorprendido.
— Sí, no se olvide de ver las del estudio — respondí — Y vea el alquiler…—.
La señora Gladys solo reía. Yo creo que ellos me envían a ciertas propiedades a propósito.
Ese mes teníamos un volumen increíble de clientes. Continúe las siguientes semanas con otras visitas.
Una mañana fui a depositar un cheque que me dio la señora Gladys. Si…. Aparte de tasadora a veces hago trabajos de mensajería porque no tenemos secretaria en Tasadorix.
— ¿¿¿Dónde está mi reporte??? — me dice una mujer mientras me agarra por el brazo una mujer pelirroja con un peinado muy elaborado.
Me agarro fuera de base.
No la reconocí.
Me soltó. Ella tomó un poco de compostura. Era Rebeca, pero parecía totalmente otra. Y su actitud también.
— Buenos días — respondí fría. ¡Qué mala educación que la gente no salude! — Creo que debe contactarnos a la oficina y no en la fila del banco— replique.
— Es que Tasadorix no respondió mis emails — dijo con tongoneo medio agresivo y señalándome con uñas acrílicas de azul eléctrico.
— Lo tendré en cuenta — respondí.
Y ella se largó casi que pegándome con las extensiones de cabello en la cara.
El Jefazo como siempre se echó su bomba y tiempo para terminar el reporte y dejándome con la tarea de lidiar con la furia de la Rebeca cuando llamaba a la oficina. Al final la llamé cuando el reporte estuvo listo para retirarlo y obviamente para recolectar el pago, ya que ella tenía mucha urgencia.
El reporte sigue en mi escritorio después de 3 meses clamando su presencia. ¿Me pregunto qué transformación física tendrá Rebeca cuando venga?.